Tiempos hay para la alegría,otros,para la reflexión o la tristeza.
Hace dos años todos estábamos en Tahrir,pidiendo una nueva época,demandando libertad y equidad.
Físicamente no estuve allí,pero pasaba todos los mensajes que me enviaban amigos y desconocidos desde aquella Plaza.Tantos envié y publiqué que algunas personas me escribieron advirtiéndome del peligro que corría al no ser egipcia e involucrarme tanto en la manifestación.Me alegró haber transmitido esa sensación,al igual que me alegraba el sentirme útil ayudando a divulgar una gesta heroica,así es como la definí en su momento.
Mi relación con Egipto viene de antiguo.
Cuando decidí orientar mi trabajo hacia el mundo mediterráneo,era estudiante en Madrid,forzosamente Egipto apareció entre mis primeros intereses,junto al Próximo Oriente Asiático,desde mi óptica,origen de buena parte de nuestra herencia cultural,en el más amplio sentido del término.
Cuando Násser proyectó hacer la presa de Assuan,la UNESCO ofreció una serie de becas a estudiantes de Historia para ir a Egipto a mover grandes obras del Imperio de los Faraones que de otra forma quedarían bajo las aguas.La persona que llevaba el trámite en España me ofreció una,y vi los cielos abiertos ante la posibilidad de contribuir a salvar aquellas maravillas.Pero no contaba con la oposición de mi familia,era mujer,es decir,esclava consentida,y estaba el "que dirán".No fui.Muchos años después,hablando con mi madre de aquel episodio que tanto condicionó mi vida,me dio la visión familiar de los hechos,temían que si me dejaban ir,además de los peros expuestos entonces,tuviese la tentación de no volver.
Ahí tenía toda la razón,en aquella España gris de la dictadura,la idea de salir hacia nuevos horizontes llevaba implícita el intento de no volver,si encontraba el medio eficaz de no hacerlo.
Egipto quedó como la puerta abierta hacia la libertad.
Bastantes años después ,por fin,fui a Egipto.Venía de Libia,recién aterrizado Gadafi,un país todavía con los restos medievales de la monarquía expulsada,con las mujeres cubiertas totalmente con el barragán,similar al burka,pero que no tenían una celosía para ver el mundo,en su caso era un pequeño triángulo que solo dejaba al descubierto un ojo,lo cual condicionaba mucho la visión exterior. Utilizé uno,y me tropecé varias veces y bien fuerte.El ver por un solo ojo altera bastante el equilibrio.En aquel momento ya era un Estado policial donde la Secreta estaba en todas partes.
Al llegar a El Cairo fue como aterrizar en otro mundo,lo primero,la sensación de libertad,en España continuaba la dictadura.
Me pareció un país grandioso,al igual que me había sucedido años antes,cuando viví en Turquía.
En Europa tenemos un concepto de imperio excluyente,es decir,basamos el poder en la acusada diferencia de clases,en una sociedad muy estratificada,producto posiblemente de los viejos miedos.Roma lo aplicó a conciencia y los siguientes lo practicaron de forma continua,fue un sistema muy poco inteligente que todavía,para mal de todos,pervive.
Consecuencia directa de complejos bien solapados que en castellano han dado buenos refranes,como aquel de "Dime de que presumes y te diré de lo que careces",de largo y exitoso recorrido social.
Egipto es un de los grandes Imperios del mundo,desde hace más de cuatro mil años,algo que no pueden decir muchos.Hago este comentario en base a la sociedad a la que ha dado lugar,a su visión y práctica social,no a épocas de conquista territorial y sometimiento.
Recomiendo un libro definitivo de K.Wittfogel sobre los grandes imperios hidráulicos del mundo,un análisis que me parece totalmente pertinente a a la hora de intentar aproximarnos al nacimientos de los grandes procesos civilizatorios.
Algunos de estos imperios,tal es el caso de Egipto,son incluyentes,no anatemizan a los "otros",no son proselitistas.Posiblemente fruto de la hospitalidad ancestral de los pueblos del desierto sumado a una religión,antes y ahora,más generosa a la hora de aceptar a otras creencias,fruto directo del islamismo primigenio,y en oposición directa a la intransigencia y proselitismo del catolicismo occidental.
No solo fue la belleza en todas sus formas que apreciabas en cada rincón,lo más notable era la extremada educación y cordialidad de un pueblo antiguo,civilizado,con una gran seguridad en si mismo,orgulloso de su país.
Lo vi en toda la escala social,sin alharacas,con sencillez.
Comenzó una guerra con Israel,una más.En ElCairo no había un turista,las calles eran patrulladas por tanques y camiones del ejército.Los cairotas estaban en sus mercados y cafés,como si no hubiese una guerra a las puertas.
Con un guía que hablaba perfectamente español,recorrimos una ciudad realmente bella.Salimos al campo,a la orilla del Nilo,a ver en directo la vida de los campesinos,en sus huertas regadas por molinos de agua,que entonces daban para comer a toda una familia.
La pirámides entonces estaban solas en el desierto,cabalgamos a lomos de camello hasta ellas,en medio de una soledad casi total.
Conocer aquella ciudad en aquellas circunstancias me dio una visión única del pueblo egipcio,de su grandeza.
No es el momento de extenderse en experiencias personales,pero es necesario explicar algo al menos,para hacer más comprensible la proximidad hacia determinadas épocas y países.
Creo poder afirmar que conozco la cultura y la historia egipcia.
Me parecen admirables en muchos sentidos.
En la época de la colonización británica,de infausta memoria para el pueblo egipcio,los Hermanos Musulmanes,de acuerdo a sus preceptos religiosos de compasión y ayuda a los necesitados,hicieron una buena labor social que contribuyó a aliviar las duras condiciones que imponían los colonizadores.
Con esa memoria hemos vivido mucho tiempo.
Cuando hace dos años todos estuvimos en Tahrir,
ellos se mantuvieron al margen,tengo la impresión de que miraron y estuvieron a verlas venir.Laicos,coptos,liberales musulmanes,partidos de izquierda,incluso el ejército,dejando hacer.
Todos ellos arriesgaron,empeñaron su seguridad en aras de una recuperación de sus principios de libertad y equidad,como tantas veces en el pasado.
Fue algo admirable,impresionante.
Resumo un espíritu,unos hechos apenas abocetados.Es prácticamente imposible extenderse más sin entrar ya en lo que sería un ensayo concienzudo.
Como dije,como sociedad me parece admirable,generosa,con memoria.
No es fácil el hacer lo que han hecho,con multitud de condicionantes.Con una economía en caída libre para unos ochenta y tres millones de egipcios.Con tasa de corrupción endémica.
Con un gran potencial desaprovechado durante décadas de dictadura encubierta.
Eso es lo admirable,que con todo y con eso hayan mantenido su espíritu libre,que se alcen y luchen por recuperar un mundo que les es próximo.
Que conserven un dinamismo social que ya quisiéramos muchos para nosotros.
Ahora,apoyados en una Constitución sin refrendo popular,sin una mayoría cualificada,los Hermanos Musulmanes intentan imponer una forma de vida que la sociedad egipcia rechaza mayoritariamente.
Lejos ya de la admiración del pasado,este partido religioso esta demostrando una cortedad de miras notable,además de una total falta de respeto y consideración a lo que el pueblo egipcio demandó en Tahrir hace dos años.
Libertad,igualdad de oportunidades,mayor justicia social.
Así no se construye un país,así se le lleva al despeñadero.
No Morsi ni su camarilla están ya legitimados para continuar gobernando,no de esta forma.
Una elecciones les dieron el poder,no con gran número de votos,todo sea dicho,pero legitimidad al fin,al igual que lo hizo con el resto de los partidos concurrentes.
Habiendo hecho en dos años lo que otros necesitan generaciones para llevarlo a buen puerto,es de una ceguera perniciosa el no contar con todos y cada uno de los agentes sociales.
Constituye un riesgo altísimo el dejarse llevar por un desaforado afán de poder fanático,sacrificando a una sociedad que se ha implicado totalmente en conseguir estos logros,a costa de riesgo y sacrificio.
No es justo,no es bueno para nadie.
Estas formas de gobierno solamente engendran violencia,destrucción,pérdida moral y social.
Por no hablar de la enorme factura económica que esto supone.
Con una economía que obliga a un gran pacto nacional para salir del abismo,no se puede jugar con la vida y el futuro del pueblo egipcio,en función de los interese de unos pocos,cada vez más deslegitimados para gobernar,para pilotar una situación de emergencia nacional como la que vive Egipto.
Sería deseable que unos y otros,pero especialmente Morsi y sus seguidores,mirasen por el bien común,más allá de intereses partidistas.
Algo que ,desgraciadamente, se podría hacer extensible a la mayor parte de los gobiernos que en el mundo son.
Como Diógenes,estamos necesitados,no solamente de hombres,ahora debemos de hablar de seres humanos.
Confío en el pueblo egipcio,esperemos que sus dirigentes estén a la altura de su sociedad.
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