lunes, 10 de junio de 2013

TURQUÍA

Turquía,un gran país,un gran pueblo,una gran cultura asimilada y transmitida a través de siglos de convivencia e interrelación.
He vivido allí,volví durante años de forma periódica.
Era muy joven,estudiaba el mundo antiguo,y para esta materia la tierra turca es el mejor ejemplo de lo que es el sincretismo cultural.
Más allá de mis intereses concretos,cuando llegué allí,en los muy lejanos años 60,el impacto social y cultural fue impresionante.
España era en aquel entonces una dictadura,lo que era el dictador y lo que hacía ya lo sabíamos muchos,lo sufríamos.En medio de aquella gigantesca red de silencio que nos aplastaba,cuando de vez en cuando asomábamos discretamente la cabeza,allí estaban los grises,la secreta,para recordarte que eras un punto en el océano de aquel mundo donde solo existía el Régimen.O no eras nada,y si a esto sumamos el ser mujer,entonces eras menos que nada.
Todo esto viene al caso a la hora de hablar de Turquía.
Llegas a un país donde la libertad democrática es ley,donde los avances sociales eran increíbles para quien venía de aquella España.
La enseñanza,la educación, gratuita,además de alimentar también a los niños en la escuela.Existía la excelencia educativa,becas.
Sanidad gratuita.
Actividades culturales continuas.
La mujer era libre para trabajar,divorciarse,tener sus ingresos económicos propios.En una palabra,era como otro planeta,otra galaxia.
El proyecto de  Atatürk fue algo increíble.
Traer al siglo XX,a una sociedad lastrada por una degradación administrativa importante,tirando de los restos de un imperio que,como todos los imperios,no sabía poner el punto final a una época ya pasada.Con un poder ejecutivo representado por un sultán fanático,endiosado e incapaz.
Lo que hizo Atatürk fue casi un milagro.
Conservar las esencias de la dignidad y el orgullo propios pero renovando la visión de la realidad para adaptarlas al siglo XX.
Bueno,la historia es mucho más que un rápido resumen,mucha mayor complejidad y casi infinitas variables.
Pero el resultado estaba ante mis ojos,yo venía casi de la Edad Media y me encontraba con un país laico,occidentalizado hasta en la escritura,con un aire de libertad que te llenaba los pulmones y te saneaba el alma.
En el 67,ya sucedían hechos que avisaban de un cambio de rumbo.El ejército era el garante de la salud democrática,pero en los partidos políticos ya se veían grietas importantes.Hacía no mucho tiempo que se había ejecutado a un primer ministro por corrupción,Menderes.
No conozco todos los detalles de como se llegó a aquella decisión,tampoco doy por bueno el mandato del ejército,pero viniendo de la España de los 60,aquello era insólito cuando menos.
Mi vida allí,mi relación con el pueblo turco,sefardí,armenio y kurdo fue una experiencia única y nunca superada.
Aprendí lo que es la convivencia pacífica,la actividad cultural como un hecho cotidiano,no como un algo excluyente y reservado a unos pocos.
Me aceptaron desde un primer momento,y fue recíproco.
La dignidad y cortesía general de la sociedad en todos sus estamentos era total.
Volví a Turquía de forma habitual hasta mediados los 70.
La agitación política aumentaba,la corrupción suponía un tremendo lastre,pero aún y así tuvieron algunos buenos presidentes que equilibraron la balanza.Mi amigo,el profesor Ersin Kalaisoglu puede explicar mucho mejor que yo lo que han sido estos años.
La tragedia llegó en los años 80-90,cuando la corrupción política se hizo endémica y la crisis económica y social avanzó a pasos de gigante.
Lo dicho hasta aquí es el esquema común a muchas democracias occidentales.Me atrevería a afirmar  que algunos países europeos han superado por amplio margen las cotas turcas.
Pero Turquía,a pesar de ser un Estado laico,ha sufrido,como consecuencia de esta degradación política,un avance del islamismo que pervivió durante estos  años en el medio campesino y económicamente más débil.
La victoria de un partido islamista hace diez años ha sido la consecuencia lógica de la corrupción democrática y el empobrecimiento social.
Casi me atrevo a afirmar que la religión es el asidero principal en tiempos de crisis,y en esto Turquía no ha sido la excepción.
Recuerdo que el sufismo estaba muy arraigado en algunos estamentos sociales,pero no conservo memoria de radicalizaciones religiosas en ningún ambiente.
Es trágico y triste que la sociedad turca se encuentre en estas circunstancias.Todos hemos aceptado a Erdogan en un principio como un mal menor,era el islamismo moderado,aceptable y respetable.
Pero la tendencia hacia el autoritarismo comenzó a ser evidente hace algún tiempo.Quiero creer que ese espíritu de libertad que tanto admiré en el pueblo turco sigue vivo,y así parece,lo demuestra desde hace unos días la multitud congregada en la plaza de Taksim.
Taksim es uno de los pocos pulmones verdes de Estambul,por su orografía y su antigüedad la ciudad esta muy construida y no tiene mucho espacio libre.El edificar en ese espacio parece un desacierto,además de destruir un entorno con tanto valor como nos recuerda O.Pamuk en un excelente texto.
La cuestión es saber hasta que punto Erdogan se ha erigido en dueño y señor del poder,pasando por encima del diálogo social y la convivencia  democrática.
Hace tiempo que el ejército no toma parte,  llama al orden a los partidos,lo ha hecho en varias ocasiones,no hay que olvidar que Atatürk era militar,y de allí salió la revolución que terminó con el viejo régimen.
Erdogan,Gul y su gobierno deben de tenerlo en cuenta a la hora de las decisiones importantes.
Europa,esa entelequia,esta pendiente de lo que allí sucede,necesita a Turquía y Turquía necesita a Europa,al menos a algunos países.Turquía es el flanco derecho de la OTAN mirando hacia Oriente,ha sido el guardián fiel durante muchos año. Tendría que estar ya en la C.E.,el islamismo y el desarrollo económico han frenado su entrada,pero no dejan de ser excusas pobres cuando se ha aprobado  en los últimos años el ingreso de Estados con muchas menos posibilidades .o
Pero en este punto todos siguen siendo tan miopes y torticeros como ha sido lo habitual durante siglos.Bien es verdad que pueblos que basan su hegemonía en las armas no pueden dar mucho más de si.
No me gusta para nada el autoritarismo de Erdogan,va en contra de los intereses del pueblo turco dentro y fuera de sus fronteras.
No se puede descalificar globalmente un movimiento de protesta social demonizando a sus integrantes.
No se puede gobernar de espaldas a una gran parte de la sociedad.
No se puede reprimir con esta violencia movimientos pacíficos que lo que pretenden es parar un mal proyecto.
No se puede tirar por la borda el trabajo y el esfuerzo de un gran pueblo,de una gran cultura,en aras de decisiones más que cuestionables.
No solo van contra los derechos humanos,también lo hacen contra el sentido común que debe de regir las acciones políticas.
Hace años,cuando todavía existía el muro de Berlin,cuando paseabas por la zona,el único idioma que se oía hablar allí era el turco,los alemanes relegaban a los turcos a vivir en aquella parte de la ciudad.Utilizababn su trabajo,su mano de obra,pero a la hora de dormir,allí,en el punto cero.Los españoles,la otra mano de obra indispensable,ocupaban otras zonas menos conflictivas.Unos y otros eran considerados por los gobiernos de turno la mano de obra barata que hacía lo que los alemanes consideraban oficios bajos.
Junto a Suiza,en mis viajes de entonces,eran los dos únicos países que trataban a los turcos y  españoles como marginados.A los italianos tampoco les iba muy bien
.Franceses e ingleses también eran mezquinos y trapaceros,pero aquello de dormir en la trinchera lo encuentro especialmente denigrante.
La emigración turca coincidió con el éxodo del campo a la ciudad de campesinos empobrecidos,aceptaban lo más duro y difícil,todo para sobrevivir y poder rescatar a sus familias de la pobreza.Ahora están en las listas de los neonazis como objetivo a matar.
 
Erdogan no debe de olvidar esto a la hora de gobernar,estas personas también forman parte de su país.
No sé  ustedes,pero llevo un rato escribiendo con la impresión de no saber de quién hablo,lo dicho es totalmente aplicable a varios países de nuestro entorno próximo,además de España.
 
Estoy con los turcos que ocupan Taksim,al igual que lo estoy con los egipcios que comenzaron en Tahrir.
Espero y deseo que el gobierno turco no caiga en los mismos excesos que el gobierno egipcio,perder de vista los valores democráticos es caer sin remisión en el abismo.
 
Europa y Turquía esperan mucho las unas de la otra.
Que sus gobiernos no nos sigan obligando a ir por caminos que ni queremos ni aceptamos.

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