lunes, 19 de diciembre de 2016

MÚSICA COMO LIBERACIÓN

Siempre,cada día y a cada rato acudo a la música como panacea y escape mental.
Ahora quisiera compartir algunas experiencias vitales, que me han afianzado en  la belleza musical como eficaz puerta de escape a las tragedias cotidianas.
Escribo sobre personas y hechos que en cierta forma determinan las creencias desarrolladas a través de los años.
Desde siempre me aficionaron a la música,especialmente la Clásica.
Como creo recordar que ya escribí,mi abuelo paterno,republicano notorio al decir de los fascistas,me acostumbró desde muy pequeña a oír música,a disfrutar con ella.
Él sabía lo que me esperaba,evidentemente yo no,y utilizó la cultura como puerta de escape al mundo que me iba a tocar vivir.
Recuerdo como si fuese hoy sus lecciones de todo,utilizando los Blanco Negro encuadernados que teníamos en casa.
Él tocaba el piano,un hermoso piano de cola que estaba en la biblioteca,que además de emitir sonidos mágicos era una fuente inagotable de misterios.
Lo poco que había en la casa era la herencia de mi padre y sus hermanos,salvada del expolio por ser la herencia de una bisabuela fallecida en el 34.El resto voló durante la guerra, expoliado, o como moneda de agradecimiento que mi abuela repartía por haber devuelto a su esposo vivo en seis amaneceres.
Farragosa y tremenda historia familiar,unos salvando a otros,todos pagando el peaje de tener un padre y abuelo republicano.
Pero no se trata hoy de escribir de tragedias,solamente de rememorar a esos seres mágicos que  tienen como fin principal el elevar nuestros espíritus,músicos,compositores e interpretes.
Opino que es prácticamente imposible que un canario no sea aficionado a la música,cantándola.ejecutándola o componiéndola,esos son mis recuerdos de infancia.
La música popular en las rondallas y parrandas.Los coros cuando llegaba la Primavera,que se escuchaban por todos los rincones,tanto en verbenas como en Teatros.Y numerosos aficionados,con el timple cerca que siempre, se prestaban a interpretar una melodía.
Pasé de La Laguna,a Las Palmas,y allí la música continuó presente.
Mi tío Agustín,entonces un adolescente,participaba en el Coro de aficionados del Teatro Pérez Galdós.Y allí me llevó muchas veces a los ensayos,antes de los Conciertos de Invierno,donde a veces,por escasez económica, participaban los aficionados del Coro.
Conocí a los grandes intérpretes que llegaban a Las Palmas.Después del Concierto mi tío me llevaba entre bambalinas con la foto correspondiente para que la firmase el concertista.
Recuerdo en especial a José Iturbe y Nikita Magalof,además de Pierino Gamba,entonces casi un niño que dirigía ya Orquestas sinfónicas.
Hablar con ellos,saludarles,era una experiencia impresionante,tenías cerca a aquellos magos que te transportaban a otro mundo,escapando del gris permanente de la dictadura.
Estudiar en Madrid no solamente significó escapar del asfixiante ambiente de las islas,política y socialmente hablando,también supuso acceder a los Conciertos gratuitos para estudiantes,en aquellos años en el Teatro Monumental y la Zarzuela.
Existía un reparto de entradas para estudiantes que se daban en la cola del Teatro horas antes del Concierto.El frío era notable,pero la espera compensaba.
El primer Concierto al que asistí fue uno de guitarra clásica con Narciso Yepes.Después llegaron muchos más en las mañanas de Domingo,además de las Bandas de Música que ocupaban los quioscos del Retiro.
Como anécdota,el que pudiésemos asistir a tantos Conciertos no era por la magnanimidad de la dictadura,nada de eso,era porque en aquel entonces la afición de los madrileños no era mucha,y era una forma de llenar el Teatro.
De aquella época recuerdo,aparte la experiencia madrileña, las Bandas de Música valencianas,y los Bailes de Sardanas catalanes que de vez en cuando,en su fiestas tradicionales,se daban en algunas Plazas de Madrid y Las Palmas,son los que conocí.
Además de los Coros y Danzas de la Sección Femenina,de los que huía como de la peste dado su proselitismo descarado.
Tuvo buen instinto mi abuelo cuando me orientó hacía la Cultura como puerta de escape al aislamiento social previsible,amén de camino seguro hacía el libre albeldrio.
De los muchos músicos e intérpretes que he tenido el privilegio de oír y tratar,ocupa un lugar destacado Victoria de los Ángeles, a quien conocí en el 91,en unas Clases Magistrales que impartió en la UIMP.Donde mi amigo Ernest Lluch era entonces Rector.Por aquel entonces presidía una Fundación en línea con mi actividad más contínua,el diálogo para la Paz.
Ernest me propuso que financiara las Clases Magistrales de Victoria,algo que hice encantada.Conocía su Ciclo de Música sefardí y Española Antigua.
Asistí con Ernest a la inauguración de la Clase.Nos presentaron y Victoria insistió en que me sentase con ella mientras daba su clase,un honor que nunca he olvidado.
Victoria tenía una bellísima voz,perfectamente modulada.
La clase estaba en total silencio mientras ella hablaba.
Cuando acabó empezamos a hablarnos en un nivel más cercano de nuestras vidas.
Las dos escondíamos muchas tragedias,y también las dos avanzábamos siempre a pesar de todo,cuestión de supervivencia.
Victoria tenía unos ojos muy bellos,en fondo y forma.Creamos un vínculo de empatía que se perpetuó.
Estuve en sus clases,después continuábamos hablando de todo un poco.Ernest,hombre sabio,nos dejaba a solas tomando un café o paseando por los jardines.
Ernest también me pidió que fuese yo quién le entregase la Medalla de Oro de la UIMP,un alto Honor,y lo  hice con orgullo y emoción.
Coincidimos meses después en Nueva York,donde ella fue la invitada para dar un recital de música sefardí en la Fundación Elie Wiesel.
Aquello fue multitudinario,y un éxito para Victoria.
Meses después,hablando,me dijo que le habían robado todas sus joyas,que eran espléndidas y según me contó su seguro para la vejez.Una tragedia,porque sus ingresos eran bien escasos.
Las joyas,hasta donde sé,no las recuperó.
Siempre recordaré a Victoria como una artista que enseñaba su alma a través de sus ojos y su voz.
Tiempo y trabajo nos alejaron,pero el afecto y la admiración continúa intacto.
A lo largo y ancho del mundo he conocido casi todas las expresiones musicales que tenemos las  diferentes  culturas.Desde la ópera china,al sitar hindú,a los tambores japoneses o  la música mariquitare,pasando por todo el clasisismo,las músicas folclóricas o el Jazz.
Todas acercan el espíritu a otras esferas.
No sé a cual más bella en sus distintas expresiones.
Entiendo bien que ahora ya se reconozca que la terapia musical es clave para las enfermedades del espíritu,lo ves repetidamente.
Solti,Berstein,Rodrigo,Soriano, Torres- Pardo y tantos y tantos otros, conocidos o no.forman parte de ese Parnaso que nos aisla de muchos males.
Podría seguir hablando de todos ellos,de su calidad humana,no solamente artística,pero entonces pasaría a extenderme hasta el volumen de un libro.
Y estas líneas solo intentan sortear las rocas de la tragedia diaria y no hundirnos aún más en ese mar de iniquidad que nos rodea.
Sit terra levis. 

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