martes, 13 de diciembre de 2016

EL CONTUBERNIO DEL PODER CON LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA

En las múltiples formas de control del poder establecido en todo tiempo y lugar,apreciamos una constante,la utilización sistemática de la expresión artística como medio de  conductismo social.
Son tantos los elementos probatorios que resultan prácticamente inabarcables.
Muchos sabios y eruditos lo han tratado en tiempos no tan lejanos,es muy recomendable la lectura de Mircea Eliade en su enciclopédico análisis del hecho religioso,en este, formas,lenguaje,música,tienen una clara afinidad,todas ellas encaminadas hacía el fin predeterminado,el control del poder.
Tratar esto es hablar de muchos tomos de análisis y pruebas antropológicas.Así pues,sinteticemos,centrándonos en dos aspectos del arte muy utilizados aún hoy en día,tal cual son la música y la imagen.
Dicen los expertos que aún queda mucho por decir de la idea del alma,muy posiblemente,todo queda envuelto en el vaho de ignorancia que cubre a casi todo el mundo desde los orígenes,otro muy eficaz instrumento de control por parte de los poderes del momento.
Como melómana,siempre me atrajo la afinidad entre la melodía y el efecto que produce en nuestro ánimo en según que ocasión,de tal forma que cuando amanece el día ya siento la llamada de la música.Todavía ignoro si esta diseña el estado de ánimo o es a la inversa.lo que es seguro es que forma parte de nuestro espíritu desde el comienzo de los tiempos.
Es un debate fascinante e interminable.
Volviendo al tiempo presente,la publicidad ataca en cada anuncio una melodía a menudo sublime,sacrificada en aras del automóvil a vender,el viaje a realizar o el perfume a comprar,todo sea por el mercado.
Desde la Edad Media europea,la música ha ejercido de vía hacía el elemento religioso.Ya en la Baja Edad Media,instituido el maridaje perfecto entre el poder temporal y el religioso,las interminables salmodias ejercían de prácticas adormideras para el pueblo en general.En las cortes,esa misma música tenía la doble función de divertir y ensimismar.
Al igual que la época de las catedrales contribuyó grandemente al espíritu religioso,al control social absoluto,al desarrollo de la imagen como perfecto complemento del sonido,de igual forma,la música,alojada primordialmente en los monasterios,se convirtió en la vía de transmisión del hombre hacía el espíritu.

Hablando siempre de Europa,en la Alta Edad Media,los conventos se convirtieron en refugios del escaso Arte que 
superó años y años de guerras de conquista y exterminio.
Así, aparte juglares y tocadores de instrumentos musicales,el convento tuvo casi la exclusiva de la composición musical y su divulgación.
Ya  entonces  se hace muy evidente la función de la música como elemento de poder.
Imaginemos una gran catedral de Centro Europa,o una humilde iglesia perdida en la estepa castellana,ambas tienen los mismos elementos comunes,a saber,mucho frío,olor nauseabundo,luz escasa,hambre.
El sistema agudiza el ingenio.
Para el frío no hay solución hasta fin de la E.Media.Para el mal olor se utiliza el incienso,tan preciado desde entonces,además,adormece.La falta de luz ayuda a inducir el asombro.La música,repetida como una salmodia,lleva a la credulidad ante cualquier hecho fuera de lo habitual.
Así pues,esas pequeñas iglesias o grandes catedrales consiguen el fin apetecido,que el pueblo acuda,se proteja mínimamente del frío,y quede presto a ser convencido por lo que se diga desde el púlpito.
Aunque resulte descarnado este es el fin esencial del poder de entonces y hoy.
Ahora,los medios son otros,mucho más directos,sin tanta puesta en escena,pero igualmente tendentes al dominio social.
Lo vemos de continuo en los audiovisuales,el cine,las manifestaciones políticas,las arengas de guerra.
Recuerdo una exhibición del Napoleón de Abel Gance con una orquesta completa en el foso dirigida por un familiar de F.F.Coppola.Y la película duraba casi tres horas.
Todo vale,pero especialmente la música,es la que más y mejores réditos ha dado en estos siglos.
Terrible utilización de la actividad creativa en una de sus más bellas formas.
Claro que si pensamos que no hace tanto se castraba a niños para que conservasen sus voces infantiles,en  la Roma papal,por ejemplo,pues parece que es preferible que te vendan un coche con Mozart al fondo,o que una buena pieza de Jazz sirva para inducir al gasto suntuario.
De un tiempo a esta parte,determinada iglesia introduce de forma torticera los antiguos cantos,al igual que el incienso aturde en muchas catedrales,al parecer seguimos necesitando que nos droguen para ser fieles a las prédicas.
La libertad es el más preciado de los bienes,ejercerla en su justo término,altamente difícil.
Esto nos lleva o bien a la soledad del corredor de fondo, o a formar parte de los borregos a los que el pastor manda al abismo,y se tiran todos.
Ardua cuestión con escasas buenas soluciones,al menos de momento.
No aludo en estas líneas al largo periodo de la Europa de la Edad Moderna,cuando surgen muchos de los mayores genios de la música de todos los tiempos,pero donde en su mayoría el genio creador no pasa de ser un siervo privilegiado del poder del momento, ahora estoy oyendo  Mozart.Los padecimientos y penurias  de muchos de ellos llenan centenares de miles de páginas en la Historia de la Iniquidad.
Por otra parte,la liberación del artista ya en el siglo XIX,ayuda a una explosión de libertades como no se conoció antes.Esto da esperanza,pero sin olvidar nunca el tiempo precedente,porque hoy se da otra forma de esclavitud,la que imponen los mercados.Los reyezuelos de entonces se han convertido en activos asesinos de imaginación y desarrollo en función de los intereses del presente.
Y ahí todo cabe,desde el ninguneo,exterminio o deformación de los valores tan duramente adquiridos,y eso solo los privilegiados que hemos tenido acceso a la Cultura,hasta la destrucción de parámetros nacidos de la rebelión de los oprimidos allá por las postrimerias del siglo XVIII.
Hoy,como ayer,la libertad sigue en busca y captura.
A la libertad de decir y hacer por la convivencia humana y la protección de este planeta en el que somos simples huéspedes,se oponen los de siempre,esa siniestra forma de poder que no es más que una enfermedad mortal de la que muchos se niegan a reconocer los síntomas.
Son multitud los esclavos felices siempre y cuando reciban con regularidad su dosis de incienso.
Los revoltosos del XIX o han desaparecido en la vorágine o caminan como muertos vivientes sobre las ruinas de sus esperanzas y las nuestras.
Poco resta,no al menos en la forma habitual de tiempos pasados.
Otro mundo es obligado,no es muy complicado ni caro.La gran cuestión,al menos para mí,es si no es ya demasiado tarde.

Continuo con mi dosis diaria de música en vena,ayuda mucho. 

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