El Papa Francisco acaba de hacer una declaración que muchos llevamos tiempo cuestionando.La relación directa entre el comercio de armas y la activación de los conflictos.
Lo encomiable es que lo haga él,despegándose de la línea habitual de Roma de estar con y para las más variadas formas de poder.
Mil teólogos han pedido al Papa que perdone a los castigados por Ratzinger.
La Asociación Juan XXIII se constituyó hace años para seguir la llamada Teología de la Liberación,en un intento por llevar el espíritu primigenio del cristianismo a la sociedad.
Para los que estamos en esta línea de pensamiento,el hacer de Jerusalén una ciudad abierta,la Ciudad de la Paz,no es una propuesta descabellada.
Lo hablé con mis amigos Nabeel Shaath y Samuel Hadas en el 2007,en aquel encuentro que celebramos en Toledo y que dio pie a una web.
Recuerdo que Nabeel solo preguntó una cosa,que cual sería el perímetro ocupado por las tres religiones.Samuel,dijo que lo veía muy difícil,pero que era cuestión de pensarlo.
Añado que esto llevaría aparejado la desaparición del Vaticano y sus catacumbas,las conocidas y las otras.
El que la Iglesia católica fuese capaz de liquidar sus bienes y dedicar el producto de su venta al auténtico espíritu cristiano,no solamente justificaría su existencia,también daría una nueva esperanza a miles de millones de seres humanos.
Lo que escribo es una propuesta arriesgada,pero vivimos tiempos duros y es el momento de arriesgar e intentar navegar al hilo de los tiempos.No los tiempos de los mercaderes,los tiempos deseados son los de una nueva era en Paz,Shalam,Shalom.
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