sábado, 27 de agosto de 2016

APUNTES SOBRE EL VOLCÁN

Cuando era niña la palabra que utilizábamos para hablar de grandes movimientos de masas de agua era maremoto,de origen latino,que define muy bien la evidencia del desastre.Prefiero continuar con el mismo vocablo,más próximo a nuestra cultura y orígenes.
De  tiempo en tiempo es bueno centrarse en la tierra y pasar,y mucho,de la sórdida actualidad de determinadas políticas.
Es como una sana catarsis.
Las islas Canarias son en su totalidad un gran volcán con diferentes erupciones.grandes y pequeñas,que se abren camino a través de múltiples cráteres.
Hoy conocemos mucho mejor la orogénesis,tenemos más aparatos que avanzan los movimientos sísmicos y se construye mejor la vivienda humana a fin de soportar mejor los temblores del sismo.
Doy por hecho nuestra cercanía a la tierra,como seres vivos, la interdependencia es total.
La sensación de temporalidad que tenemos los canarios,al menos en mi caso,viene acrecentada por el magma que bulle bajo nuestros pies y la certeza  de soledad que produce el mirar en nuestro derredor y ver solo agua,como una nave inmensa llevada por las mareas,sin brújula,sin sextante.
En las islas,al menos en las que conozco,se aprecia la huella de maremotos del pasado,que dejaron esculpidos en el paisaje grandes muros de arena y piedra petrificados por el impacto.
La playa del Inglés,el arenal tras el antiguo estadio de fútbol,por citar dos muy evidentes,son el testimonio de las olas gigantescas que en el pasado barrieron la costa.
Lo que hoy es la Barra de la playa de las Canteras,que proporciona un espacio protegido al bañista,es la lengua de lava que salió del volcán de la Isleta hace milenios.
A principios del siglo XX,la capital,Las Palmas,quedaba unida a la Isleta y el Puerto por una amplia franja de arena que las olas atravesaban de parte a parte en época de marejadas.
Todavía hace no tantos años,una buena marejada de Septiembre llevaba la ola,sorteando casas, desde las Canteras hasta el Puerto,dejando un reguero de arena y algas.
En Las Palmas,todas las casas construidas a principios del XX,buenas casa de piedra,estaban comidas por el salitre que rezumaba la piedra tallada de la base.
Recuerdo bien un gran huracán en los años 50,las aguas barrían todo el Parque de San Telmo y llegaban hasta la calle de Triana.Todos acudíamos a ver el impresionante espectáculo de la furia marina a una prudente distancia.
Cuando la tormenta pasó,las casas de dos y tres pisos que había a la orilla del mar pasado el Parque,habían sido como cortadas por la mitad,la parte de atrás era como un esqueleto en el que los huesos eran restos de muebles que aparecían como en una casa de muñecas abierta.
Buceo desde la infancia,disfruto mucho nadando por los fondos marinos,viendo colores y formas,en especial cuando el sol incide de forma perpendicular y aprecias hasta los más pequeños detalles y colores.
Precisamente por ello respeto y mucho el agua,su poder,su movimiento y la vida de sus habitantes.
Cada años perecen más personas ahogadas,claramente por ignorancia y desconocimiento de  la costa y sus corrientes.Una materia que debe de ser de obligado aprendizaje.
El mar es nuestro origen,es bueno conocer nuestra cuna y valorarla en su justos términos.
Hace millones de años que salimos de allí,pero ahí permanece nuestra memoria,recordar y respetar forma parte esencial del ciclo vital.
Un terremoto es también una experiencia total,paredes,techo y suelo se mueven,y tu te mueves con ellos,como si tuvieses el peso de una pluma,es algo que no tiene elementos de comparación.
Lo viví hace muchos años en Ankara,mientra esperaba hacer transbordo al avión de Estambul.
Todo comenzó a moverse,apenas duró,y pensé que el edificio estaba muy mal construido porque no soportaba la vibración del despegue de aviones,nadie explicó nada,pero cuando llegamos a Estambul,la ciudad estaba a obscuras.
Entonces conocimos los sucedido,se había producido en gran movimiento sísmico en Konya,los muertos por miles,zonas desaparecidas,lo que noté en el aeropuerto eran las réplicas,a pesar de lo lejos que estábamos.
No ha sido la única vez,pero si la más importante por el número de víctimas y el desastre de la zona.
En la costa de ese área sobresalen,hundidas o apenas visibles,las tumbas bellísimas de una cultura desconocida,allí también la tierra cobró su tributo y el mar reclamó su espacio.
Esa misma sensación la sientes en la costa del Mar Negro turco,una vez pasas los fastuosos palacios  de verano de mármol blanco del del Sultán y su Corte,el bosque cerrado se une directamente al mar.
En ese espacio estuvo Jasón,a la búsqueda del Vellocino de Oro.Decían que había una ciudad sumergida,los años están dando la razón a la leyenda.
Estas líneas vienen a la memoria pensando en Italia,la bella Italia y su fragilidad extrema.
Las zonas volcánicas son extremadamente feraces,la mezcla de minerales,erosión de la lava y agua añadida produce los campos más ricos para el cultivo.
En el Circeo,cuando nadas mirando hacía la costa,se repite esa fuerte sensación de belleza total y temporalidad extrema,es como acercarte a la realidad  que produce nuestra propia fragilidad.

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