martes, 19 de enero de 2016

GIORGIO BASSANI,UN ENCUENTRO DE ESCRITORES Y UN PASEO POR LA ALBUFERA.ALGO AMABLE PARA EL DÍA DE HOY

Ayer escribía sobre la tragedia cotidiana,los crímenes de los asesinos habituales,y pensé que de un tiempo a esta parte es muy difícil pensar en otro tema que no sea este,los cadáveres flotando en el agua,la inabarcable cobardía europea,la hez de la tierra.
La miseria humana que supone el abuso cotidiano por parte de los verdugos de la especie.
Como tantas veces se ha dicho,en otro tiempo habríamos salido a la calle mandoble en mano.
Ahora,el Estado tiene la legitimidad de la violencia,lo que nos lleva a situaciones indeseables en países pretendidamente democráticos.
Los ejemplos son innumerables.
Hoy quisiera hablar de otras ópticas,otras maneras de vivir,construyendo,no destruyendo.

Hace muchos años,1983,un querido amigo tuvo una gran idea que ha tenido un largo recorrido.
Ricard Pérez Casado era Alcalde de Valencia,tenía un gran proyecto,construir la nueva Valencia en el cauce seco del río Turia,con un gran proyecto que englobase gran parte de la actividad cultural de la ciudad.
El resultado esta ahí,él ya no lo vivió,salió de la Alcaldía  mucho antes.
Nos hicimos amigos en el 82,estábamos en plena campaña Electoral cuando una lluvias torrenciales anegaron extensas zonas.
La actualización de las Misiones Culturales de la II República,mi aportación a la Campaña,nos llevaba por las ciudades celebrando Mesa Redondas,donde mediante diálogo constructivo se recogían las sugerencias y demandas ciudadanas y se intercambiaban experiencias por parte de todas las personas del mundo de la Cultura,expresión acuñada entonces.Lo de intelectuales siempre me pareció más elitista,y se trataba de confluir,no de elevar muros.
Todo quedaba recogido por escrito para su posterior puesta en marcha.

Volviendo a Valencia,las carreteras quedaron cortadas,no había tren,así que llamé a Ricard para explicar el problema,no habría Mesa en Valencia,a pesar de que personas como Carlos Tena proponían llegar a través de Murcia por carreteras secundarias.
Tal era el entusiasmo y la convicción que nos movía.
Posteriormente,pasado el desastre,Ricard llamó para darnos las gracias por el esfuerzo.
Algo insólito en política,donde la norma general es usar y tirar.

Desde entonces somos amigos,aunque pasemos tiempo sin vernos ni hablarnos,cuando lo hacemos es como si acabásemos de dejar la conversación,esa es la amistad.

En 1983,Ricard hizo una gran propuesta,comenzar el diálogo mediterráneo,de los países ribereños del Mediterráneo,con un gran encuentro de escritores reunidos alrededor de una mesa, para debatir y acercar posiciones acerca del diálogo posible, dadas nuestras múltiples afinidades.
Y así se hizo,y fue un gran éxito.
Estuvimos varios días conociéndonos e intercambiando propuestas.

Vinieron de casi todos los países.Fué un encuentro para no olvidar.

Acudió un escritor turco que había salido con dificultad del país debido a problemas políticos,como todavía chapurreaba el idioma me pidieron que lo atendiera.
La estancia en Turquía me marcó una óptica nueva acerca de un mundo grande,sin fronteras,una sociedad abierta y cercana,muy lejos de nuestra gris dictadura.

Recuerdo aquellos días como parte de las mejores experiencias de mi vida.

Después de aquel año,el Encuentro languideció debido a la ausencia de Ricard.
Pujol retomó la idea y la convirtió en lo que desde entonces ha sido el Proceso de Barcelona.
Por cierto,nunca dio las gracias ni habló del antecedente,esa es la forma de hacer política de muchos,fagocitar, cambiando un punto y una coma y vendiéndolo como propio.
¿A qué suena a muy conocido?
Pero sigamos recordando aquella especie de comunión de afinidades que supuso el Encuentro.
Ricard propuso un paseo por la Albufera para conocer un entorno singular,entonces ya muy agredido y que había que proteger.
Los autobuses nos recogerían de amanecida para asistir a la salida del sol en el agua.
La noche anterior,Ricard,su esposa,Pepe Caballero Bonald,José Agustin Goytisolo y yo fuimos a Valencia a tomar una copa.
Pepe y yo volvimos pronto al hotel,había que madrugar.José Agustin,bien acompañado. se perdió por las calles de la noche.
Tal y como se dijo,los buses nos llevaron a la Albufera,íbamos todos menos José Agustin, que no apareció.
Cuando llegamos la niebla matutina lo envolvía todo.
Nos esperaban las barcazas de fondo plano típicas del lugar,junto a barqueros experimentados provistos de sus largas pértigas.La Albufera tiene sus caminos,y el perderse,al menos en aquellos años,tiene sus riesgos.
Se fue embarcando,las barcas se sumergían en la niebla,el ambiento nos llevó a un silencio total,era algo en cierta forma mágico y espectral.
Ricard y yo continuamos esperando a José Agustin hasta el último momento.
Quedó con nosotros Giorgio Bassani,el escritor y editor italiano.
Merece un apunte biográfico en este relato.
Bassani,de origen judeo-italiano,no solamente fue el autor de una notable obra como editor y director literario,fue el responsable de que se publicase El Gatopardo de G.de Lampedusa,que había tenido un triste recorrido por editoriales hasta que llegó a Bassani.
También retrató como autor a la burguesía judeo -italiana en una notabilísima novela,El jardín de los Finzi-Contini.Obra que describe de forma magistral la vida de la burguesía judía en el periodo fascista, con las consecuencias de todos conocidas.
Vi la película también,es correcta,aunque no abarca toda la profundidad del texto escrito.
Bassani era entonces una persona de mediana edad.con unos grandes ojos azules que parecían absorberlo todo,una tez tersa y rubicunda y una discreción exquisita.
Volviendo al relato,se quedó con nosotros para acompañarnos.
José Agustin no llegó,así que la barcaza se sumergió en la niebla con nosotros tres y el barquero.
No se oía nada,no se veía casi nada.
Llevaríamos unos minutos avanzando,rodeados por los juncos,apenas viendo la estela del agua,cuando Giorgio se puso en pie.
Era más bien bajo,pero no dejaba de ser un riesgo el levantarse si la barca basculaba.
Lo hizo suavemente,puso un pie sobre la madera del asiento más próximo,se llevó la mano al pecho,al lado izquierdo,y comenzó a recitar con la vista perdida en la niebla circundante.
Nos quedamos helados y fascinados por la escena.Solo se oía su voz,desgranando un poema.
Era  El Dante.
Todavía veo la escena como si fuese ahora,porque ha sido uno de los momentos vividos más mágicos.
Recitó unos minutos,y de la misma forma suave con que se había levantado,volvió a sentarse y quedó en silencio.
Los tres,Ricard,el barquero y yo tuvimos por cierto que habíamos asistido a uno de esos momentos inolvidables que se dan pocas veces en la vida.

Continuamos navegando,y comenzó a oírse como un cof,cof,el motor de una pequeña embarcación.Paramos y esperamos.

Y apareció José Agustin,sonriente y feliz.
Había perdido el viaje,pero un pescador que conocía el trayecto le acercó en su barquito.

La niebla había ido disipándose,el sol se habría camino lentamente y las aves remontaban el vuelo.
Otro momento digno de un gran poema,pero continuamos callados,limitándonos a ser plenamente felices.
El Encuentro de Escritores del Mediterráneo es uno de los proyectos más hermosos en que he participado.
Me ligó definitivamente al proyecto de la convivencia de todos con todos.
Atrás quedó la idea de la especialización histórica en ese mundo.He continuado estudiando siempre,
pero el vínculo de concordia creado entonces, ha sido uno de los ejes conductores de la actividad personal de esta que suscribe.
El estudio de la Historia ayuda,y mucho,a comprender los procesos de desarrollo,pero el presente,aquí y ahora,es la única certeza.
Aquel paseo,aquellas personas,son irrepetibles.

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