jueves, 25 de enero de 2018

UN PASEO POR ROMA

Cada uno de nosotros tiene escapes físicos y mentales en tiempos de tribulación,escapes que nos ayudan a aminorar la tensión y soportar el exceso.
En el caso de quien esto escribe existen varios,el mar,los paseos,determinadas ciudades y paisajes.
Me gustan especialmente las ciudades con diferentes alturas creadas por la orografía.
Una de mis preferidas es Roma.
Hace años teníamos una reunión en Madrid con los Verdes alemanes,se estaba preparando la redacción,impulsada por el Presidente Havel,de un texto que fuese una llamada al diálogo  entre el Este y el Oeste europeos.Así se llamó, Plataforma de Diálogo Este-Oeste.
Lo firmamos,me cupo ese honor, y lo publicamos
Con el grupo alemán vino un eurodiputado,Dieter.
Tal y como era habitual,hicimos el típico paseo cultural,fuimos a Segovia.
Caminamos entre ruinas hermosas,hablo de hace más de treinta años.Dieter miraba en silencio,cuando íbamos subiendo por la calle Real camino de la Plaza Mayor,dijo"Teresa,si esto lo tuviésemos en Alemania,estaría todo protegido y se pagaría por entrar,es un tesoro"
Y tenía razón.Italia,al igual que España,tiene tal acúmulo de riqueza cultural que, a fuerza de verla, no la valoramos lo bastante.
Con Roma sucede lo mismo, en mucha mayor cantidad.

Cuando estoy allí hago varios periplos.
El más frecuentado es el que me lleva en bus desde  vía Marmorata hasta lo alto de Villa Borghese,donde está el Museo de Bellas Artes,y poco más lejos,el Etrusco.
Voy bajando lentamente,tardo horas,por cualquiera de las pendientes.Hay una que lleva hasta la Plaza donde existen dos monumentos iguales,al final del Corso.Por ese camino miro a tierra y aire.Hay miles de pequeñas teselas mezcladas con la hierba y el terreno,recuerdo de las Villae que en un pasado lejano ocuparon la colina.Al aire,bellos pinos que dan un poco de sombra en el calor del verano.Cuando llegas a la Plaza,es como si lo hicieses a un puerto que te recibe con hospitalidad.
Curiosamente,el descenso que menos frecuento es el que lleva hasta la Plaza de España,demasiado concurrido.
A veces bajo en línea recta,pero más frecuentemente en zig zag.
Ya hablé en otras ocasiones de las visitas casi diarias al Foro,sentada en un alto,cerca del Arco de Tito,un alto que son los restos de miles de metros cúbicos de ruinas milenarias.
El Museo Capitolino,Marco Aurelio,es otro de los paseos recurrentes.
Es un recuerdo lejano,pero pienso que la primera vez que fui a Roma Marco Aurelio estaba en un alto, delante de una iglesia. 
La orilla del Tíber,ratas aparte,ejerce una gran atracción para el estudiante de Historia.
Vas desgranando lentamente los episodios históricos con el paisaje urbano,creo que esa es la gran atracción que ejerce en muchos,el relato en directo.
El Trastevere es obligado,allí vivió mi amigo Rafael Alberti,él me contaba muchas anécdotas y el volver las hacía vivas.
La Piazza Navona tiene un encanto indescriptible.Los jardines y el Museo de Villa Iulia,te pierdes en ellos.Pero el otro punto central de tan hermosa ciudad es el Panteón.
En días tristes me sentaba allí durante horas mirando el paso del sol por su interior,es mágico.
Recomiendo la visita en pleno verano,el turismo huye del calor.
Para días con mucha humedad y aviso de tormentas vespertinas,recomiendo una visita a una gran piscina pública en las afueras de la ciudad,casi paralela al Tíber,nadar allí,contemplar el paisaje y ver aproximarse la tormenta es algo único.Eso si,tienes que tomar varios autobuses hasta llegar.

En Roma no todo es belleza,el tráfico es intenso,supongo que por eso paso tanto tiempo en los Jardines.
La suciedad es centenaria y algunas zonas,sencillamente, no puedes pisarlas.
Pero domina de largo la belleza,la luz,la amabilidad de los romanos.
Creo haber recorrido la ciudad varias veces utilizando el transporte público,al ir más alto se ve todo mejor.Aprendes a distinguir donde viven los distintos grupos sociales y etnicos,frecuentas sus tiendas y oyes hablar en todos los idiomas.
Un amigo  Radical me llevó un día a una visita nocturna a la tumba de Adriano,entonces no había prostitutas,hacía mucho frío y el cielo era blanquecino,fantasmagórico,una visión atemporal.
No frecuento en cambio el Vaticano,demasiado dolor en un espacio muy reducido,pero si sus alrededores,con un gran encanto.
Después están los altos de las colinas circundantes,desde donde la visión de la ciudad es una de las más bellas que conozco.
Pasear,tomar un maravilloso helado y pasear,pasear,sentarte y volver a pasear.

Y así,sin apenas darte cuenta,vas dejando atrás los sinsabores del día,y la luz de los jardines neutraliza todo lo malo.

Esta es,a grandes rasgos,mi mattinata de Roma.en el camino quedó la impotencia que produce tanto exceso depredador y tanta bestialidad de mal llamados humanos.

Y acabo con Marco Aurelio,uno de mis Imprescindibles.
De sus soliloquios y reflexiones."Advierte bien que todo cuanto sucede hay razón para que acontezca"
Buona giornata

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