viernes, 11 de diciembre de 2015

FUNDAMENTALISMOS.ISLAM

Allá por los años en que estudiaba Historia de la Edad Media en la Universidad,de todo hace ya una eternidad,recuerdo que había dos escuelas enfrentadas,los seguidores de Américo Castro y los de Claudio Sánchez de Albornoz.
Tenías muchos más textos obligados,pero ellos eran los abanderados de distintas formas de enfrentarnos a nuestra realidad.
Coincidía mucho más con Castro,negar el mestizaje étnico y cultural de España era como negar a la madre común.
Conocí a C.Sánchez de Albornoz años después,cuando volvió a la España del 75.Recibí el encargo de acompañarle por Madrid.Era un hombre serio,correcto,miraba como penetrándolo todo.
En nuestra visita a la Complutense, a la Facultad de Filosofía,aprecié claramente emoción,era uno de sus logros.
Como Presidente en el exilio de la  II República española,tenía todo mi respeto y admiración.
Toda aquella etapa fue extremadamente dura para el exilio español,acogidos por pocos,ignorados o ninguneados por los más.
Todo este preámbulo viene a cuenta de los almohades,aquellos fundamentalistas del Medioevo que arrasaron el brillante Califato de Córdoba y su deslumbrante herencia.
Salidos de la montaña  y del desierto sahariano,tenían la ignorancia y la agresividad propias de sus circunstancias.
De acuerdo a su óptica, Córdoba había degenerado el legado del Islam.
Esto es común a todas las religiones, en el mundo Antiguo y posterior,hasta ayer mismo.
Las derivas juzgadas como "degeneradas"han llenado mares de sangre en todas partes del mundo.
Y enlazamos con el demonio actual,esos que se dedican a matar y asesinar en videos muy profesionales,espléndidamente financiados por el interés de unos y la codicia de otros.
Estos crecen con la estulticia de notables descerebrados y la creación de miedo como arma de destrucción muy eficaz.
No pondré su nombre,pero todos sabemos de quién hablamos.
Allá por el siglo XIX,en plena expansión colonial europea,uno de los modos mejor desarrollados fue la estrategia de enfrentamiento sucesivo entre distintas  tendencias.
Bien ocupados en matarse,atendían poco a sus riquezas naturales.
Los almohades de entonces eran tribus del desierto arábigo dirigidas por la familia Saud,dependiente para mantener su hegemonía de los dictados de sus religiosos.
Y en ello continúan,cada vez más execrables,si ello es posible,castigando con penas medievales en pleno siglo XXI.
De aquellos excesos salieron todos los grupos fundamentalistas que sufrimos actualmente,referido al hecho del Islam,los restantes tampoco tienen desperdicio.
No es ni será fácil erradicar esta actualización de la violencia salvaje.
Se ha sembrado bien durante demasiado tiempo.
Ante esta realidad tenemos dos opciones,como en la tierra del campo.
Agostar para siempre mediante técnicas violentas la capacidad de reproducción de la semilla.
Unos lo llaman guerra,o exterminio, o matanza.
O la otra posibilidad,rotar el cultivo derivándolo hacia otros productos e incluso dejándolo en barbecho un tiempo.
Ni que decir tiene que esta segunda opción obliga a un trabajo mucho mayor,mezcla de cualidades diplomáticas destacadas y creación de nuevos recursos que sustituyan a los caducos, por razón de tiempo y supervivencia de la especie.
Es muy difícil aceptar la ferocidad a la que puede llegar el ser humano,la gratuidad de la muerte violenta en todas sus formas,y la evidencia de nuestro fracaso como especie.
Porque no nos engañemos,estos hechos son rotundos fracasos de nuestro proceso civilizatorio,de nuestra justificación como humanos.
No insistimos en el listado de responsables,de todos sobradamente conocidos.
Hagámoslo sobre la creación de altenativas constructivas,plantemos y llevemos a su crecimiento a la esperanza.
Nosotros,los estúpidos seres humanos,llevamos ya demasiado tiempo destruyendo.
Ahora estamos ante dos inmensos retos,la protección del planeta y el desarrollo humano en paz y con equidad.
Ya sabéis,el resto es silencio,y esta ya ahí fuera.

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