miércoles, 19 de octubre de 2016

MALDAD Y MAL

Dice un amigo que el mal no existe,muy posiblemente,pero es evidente que la maldad como forma de destrucción moral y física tiene y ha tenido un largo recorrido.
Estamos tan absortos en el día a día,en la última canallada del momento,que pocas veces nos paramos a mirar el panorama en su conjunto.
Aventuro algunas hipótesis.
Con lo mucho que hoy conocemos acerca de nosotros y el entorno en el que vivimos,no resulta muy descaminado pensar en como  han influido en nuestro desarrollo las circunstancias de nuestras vidas.
El devenir de los humanos ha estado condicionado desde sus orígenes por algunos hechos tales como el alimento,la reproducción,el miedo a lo desconocido.
Todas ellas han estimulado la agresividad como fórmula de supervivencia.Así fue durante milenios.
Llegados a un punto de desarrollo sostenido,allá por el Neolítico,no uniforme en según que lugares y clima,en un momento dado,la maldad pasó a ser parte de nuestra naturaleza, al igual que antes lo fue la necesidad de supervivencia.
Diría que en un lóbulo de nuestro cerebro se alojó un átomo de locura que prosperó mucho y bien alimentándose del entorno.
La locura es una enfermedad,una pandemia,nos enferma desde hace tanto tiempo que hasta le hemos puesto nombre,el mal.
En su nombre se cometen atrocidades sin cuento,tales y tan extendidas que han pasado a ser parte de nuestro paisaje cotidiano.
Antes,cuando los medios de comunicación apenas existían,la noticia se extendía de forma paulatina,distorsionada en las distintas fuentes,aquello  del color del cristal con que se mira,ahora,la inmediatez de la información elabora métodos aún más perfeccionados para alterar la realidad.
Hemos llegado en poco tiempo a extremos impensables aún para los más bárbaros exterminadores.
Y todo se difumina en una nube de acontecimientos que te impide analizar el hecho mínimamente. 
A ello contribuye no solo el receptor de la información sino también la avidez del medio informador por dar la noticia antes que nadie.
Es decir,muchos prismas,poca posibilidad de juicios claros.
Llevamos un tiempo en que la muerte en directo es un grado muy cotizado de la iniquidad.
En estos días ISIS y la Coalición retoman su argumento para exacerbar el ánimo del receptor.
Poco importan ya los inocentes que llevan años bajo la bota de los salvajes,como tampoco son ya primera plana aquellas niñas raptadas en Nigeria.Por no hablar de los palestinos masacrados cada día,o los yemenies o sur-sudaneses,y un largo etc.
La obligación de los medios es vender a cual mejor visualización de la última atrocidad.
Y en esto llegamos al bloqueo,se vende brutalidad,se compra,distribuye y se crea la demanda.
Y vuelta a empezar.
El fin en si mismo es la destrucción total,el atizar el odio,y si no existe,se crea.
De acuerdo a las leyes gravitatorias,hemos entrado hace un tiempo en una peligrosa oscilación del eje.
No parece que haya excesivo interés en mediatizar el horror.
Quedamos algunos que insistimos de forma pertinaz en la causa de la Paz,con no mucho éxito,pero ahí estamos.
A lo mejor es una causa perdida,como tantas,pero sigo creyendo que es una de las pocas que nos justifica como seres humanos.
Pusimos mucha esperanza en el desarrollo civilizatorio,de momento no esta justificada.
Y la rueda sigue girando, sin que haya una voluntad cierta de búsqueda de equilibrio.
Un apunte,la locura hoy tiene cura,es una alteración química que se puede controlar mediante medicación.Pero claro,si se hace se les acaba el negocio a los incansables depredadores del mercado que se alimentan de nuestra sangre.
Otro apunte,los principios éticos también conviven con la locura,se resisten a desaparecer,pero hay que reconocer que lo tienen difícil.

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