jueves, 17 de mayo de 2012
Mi padre era un hombre de ideas claras y muy precisamente expresadas. Era persona “hecha a sí misma”, con estudios tan sólo elementales. Trabajador incansable, pasó de ser un obrero sin cualificar de una fábrica de Tortosa, en el Bajo Ebro, a, después de muchos años de estudios en su casa quitándose horas de sueño, director general de una importante fábrica de antibióticos.
Nunca olvidaré cuando, hablando un día de democracia “auténtica”, me dijo: “La democracia se basa en repartir”. Los que más tienen, los más afortunados deben ser solidarios y ofrecer igualdad de oportunidades a los que tienen menos.
Que todos los no solidarios lo tengan bien presente: democracia es repartir.
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