Federico Mayor Zaragoza
lunes 12 de septiembre de 2011
El Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, intentó convencer al Presidente del Gobierno español, el pasado jueves 8 de septiembre, de que España no apoye el reconocimiento del Estado Palestino en las Naciones Unidas… Invocó -¡hay que tener rostro!- que iría en contra de los Acuerdos de Oslo… ¡que con tanto esmero ha procurado poner en práctica!
“Podría desencadenar una nueva ola de violencia en la región”, añadió, con el mismo argumento dilatorio que tanto éxito ha tenido durante décadas.
Diga ahora que no. Después de 60 años, hay que cumplir la promesa. Ya está bien de aplazamientos. Ya está bien de presiones internacionales, de poderosísimos “mediadores” que, a última hora, logran siempre inclinar la balanza en favor de Israel.
¡Ya está bien! ¿Alguien ha explicado cómo viven los palestinos y sus reiteradas decepciones en los procesos iniciados y luego truncados durante los 60 años que dura su marginación? ¿Alguien ha contado los asentamientos en tierra palestina, que reducen progresivamente los esfuerzos razonables de convivencia pacífica y convierten a los territorios palestinos en “espacios gruyère”?
Ya está bien.
Tuve ocasión de seguir muy de cerca, desde 1987, los acontecimientos e iniciativas de paz desplegadas desde principios de los años 90. Participé en muchas conversaciones con Yasser Arafat, Shimon Peres e Isaac Rabin. Gracias a la firme resolución y autoridad de Rabin, todo estaba ya prácticamente listo, incluida la co-capitalidad de Jerusalén,… cuando fue asesinado.
Y vuelta a empezar. Y vuelta a represalias. Y a más asentamientos… y a la intolerable invasión de Gaza con centenares de muertos inocentes. Más de 350 niños…
Ya está bien.
Los del gran dominio “norteamericano” deben ahora comprender que lo mejor que podría suceder, por el bien de todos, sería terminar de una vez con este foco permanente de tensión y de conflicto.
El contexto del mundo ha cambiado mucho en los últimos 15 años. El “cuarteto” ha fracasado. Y todos fracasarán, porque el único que podía cumplir el sueño de ambos pueblos de convivir como buenos vecinos y colaborar, ya no vive. Pero le tenemos como símbolo y referencia. Y en el recinto de la UNESCO hay una plaza, “la Plaza de la Tolerancia”, diseñada por Dani Karavan, dedicada a Isaac Rabin.
Ya lo ve: después de tantos años, los actuales halcones israelís dicen que todavía “quedan cabos sueltos”.
Ya está bien.
Vote sí.
“Podría desencadenar una nueva ola de violencia en la región”, añadió, con el mismo argumento dilatorio que tanto éxito ha tenido durante décadas.
Diga ahora que no. Después de 60 años, hay que cumplir la promesa. Ya está bien de aplazamientos. Ya está bien de presiones internacionales, de poderosísimos “mediadores” que, a última hora, logran siempre inclinar la balanza en favor de Israel.
¡Ya está bien! ¿Alguien ha explicado cómo viven los palestinos y sus reiteradas decepciones en los procesos iniciados y luego truncados durante los 60 años que dura su marginación? ¿Alguien ha contado los asentamientos en tierra palestina, que reducen progresivamente los esfuerzos razonables de convivencia pacífica y convierten a los territorios palestinos en “espacios gruyère”?
Ya está bien.
Tuve ocasión de seguir muy de cerca, desde 1987, los acontecimientos e iniciativas de paz desplegadas desde principios de los años 90. Participé en muchas conversaciones con Yasser Arafat, Shimon Peres e Isaac Rabin. Gracias a la firme resolución y autoridad de Rabin, todo estaba ya prácticamente listo, incluida la co-capitalidad de Jerusalén,… cuando fue asesinado.
Y vuelta a empezar. Y vuelta a represalias. Y a más asentamientos… y a la intolerable invasión de Gaza con centenares de muertos inocentes. Más de 350 niños…
Ya está bien.
Los del gran dominio “norteamericano” deben ahora comprender que lo mejor que podría suceder, por el bien de todos, sería terminar de una vez con este foco permanente de tensión y de conflicto.
El contexto del mundo ha cambiado mucho en los últimos 15 años. El “cuarteto” ha fracasado. Y todos fracasarán, porque el único que podía cumplir el sueño de ambos pueblos de convivir como buenos vecinos y colaborar, ya no vive. Pero le tenemos como símbolo y referencia. Y en el recinto de la UNESCO hay una plaza, “la Plaza de la Tolerancia”, diseñada por Dani Karavan, dedicada a Isaac Rabin.
Ya lo ve: después de tantos años, los actuales halcones israelís dicen que todavía “quedan cabos sueltos”.
Ya está bien.
Vote sí.
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