sábado, 18 de diciembre de 2010

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                                              EL DIÁLOGO POSIBLE

¿Es posible un diálogo intercultural? Por supuesto que sí, siempre y cuando se den las condiciones sociopolíticas necesarias, equidad y justicia, con el compromiso de una gran mayoría.  Y ahora esas condiciones son más evidentes de lo que lo fueron en mucho tiempo. Porque este es el siglo de las grandes migraciones, ya han comenzado, y hay que afrontarlas Para algunos el miedo pesa y el interés crematístico también, pero una inmensa mayoría, con un sentido claro de la solidaridad demanda el cambio.  Porque, señores, los tiempos cambian, estamos en la era de la globalización,  y cada día de una forma más acelerada, para lo bueno y para lo malo. En nuestras manos esta el reconducir nuestras vidas Podemos mirar para otro lado, y hacer como que no nos enteramos, de forma banal y estúpida, o implicarnos, formar parte activa de ese cambio con principios éticos, me atrevo a decir que universales, tal cual es el deseo de justicia y bien para la mayoría.
No es nada nuevo que la historia de los humanos es la de una larga guerra, y aquí permítaseme que me parafrasee.
“Probablemente esta extrema agresividad ha permitido que sobrevivamos a otras especies depredadoras, contemporáneos nuestros en épocas pretéritas, pero no es consustancial a la condición humana.
En el siglo XX, dos guerras mundiales han hecho tomar plena conciencia de que algo había de cambiar. Desde 1945 no ha vuelto ha producirse una  gran guerra. Parciales, muchas, tanto civiles como de agresión entre naciones, pero ninguna total. Son las guerras de los mercaderes de la iniquidad, que propician e incitan  estos conflictos para mantener sus cuotas de poder económico, viviendo el presente sin reparar en que sin mercados futuros no hay  beneficios próximos.
En un amplio recorrido histórico, de milenios, no encontraremos mayor nivel de especulación ni tal abundancia de negocios ficticios tal cual sucede ahora. Pareciera que los mercaderes, además de estar enfermos de avaricia hayan perdido el control mental de sus actos. Siendo como es mucho más rentable erradicar la pobreza y frenar la destrucción, se empecinan en que solo algo cambie para que todo siga igual ¿Les suena?
Hoy sabemos que otra guerra mundial sería la última, porque las armas de destrucción masiva no dejan supervivientes. Pero a lo mejor no es asi,y estamos ya en la última gran guerra, más solapada,  pero igualmente destructiva.”
Esta referencia viene al caso cuando vemos la actualidad del Norte y el Sur geográfico, cuando la tragedia diaria de las migraciones se convierte en una noticia más de los informativos televisivos, y no se  atraganta  la comida ni dejamos de consumir como imbéciles a pesar de saber que muchos de estos objetos salen de manos esclavas.
¿Alguien repara en la buena educación y el nivel cultural de estos jóvenes, los mejor preparados para emprender la travesía, la moderna versión de la iniciación, con la esperanza de acceder a un mundo que les permita mantener a sus familias y darles un futuro?
 Haciendo una recopilación de papeles, ponencias, intervenciones , etc.. , caí en la cuenta de que el estudio de la Historia, en mi caso, siempre ha ido orientado a la mejor comprensión del mestizaje étnico y cultural, del que nuestro país es un perfecto ejemplo. A estas alturas de mi vida, si alguna vez lo termino, solo puede tener un título.”Nosotros, los estúpidos seres humanos” Porque es necesario reunir grandes dosis de idiotez para caer durante milenios en los mismos errores y no ser capaces de corregirlos, cuando tanto tiempo nos ha sido dado para ello.
De todas las épocas históricas,  me llama la atención la que más grandeza y miseria ha acumulado, el periodo del siglo XIX en Occidente. Resumirlo en dos páginas es imposible, pero vayan por delante algunas pinceladas. La revolución industrial del XIX, trajo junto a avances tecnológicos inimaginables, una de las más vergonzosas explotaciones del hombre por el hombre, y no vale el argumento del mundo antiguo, no admite comparación. La esclavitud solapada de las clases sociales más desfavorecidas, permitió que en vez de aplicarse los grandes capitales a mejoras técnicas en las empresas, se optase por la explotación extensiva. Y para la defensa de estos colectivos se redactaron como repuesta los mejores tratados sociales que conocemos hasta ahora, esos textos que a veces nos justifican como especie. Apoyados con entusiasmo por los lacayos de turno, Occidente comenzó una de las más viles técnicas de destrucción que se conoce. Con falacias como la existencia de razas que, mediante fútiles excusas antropométricas,  justificaban exterminios masivos de pueblos y culturas, Occidente dio pie a una situación cuyas consecuencias nos lleva directamente a este presente y a nuestro pasado inmediato.
 No creo en el proteccionismo, casi siempre interesado, como tampoco en el redentorismo europeo, aunque no puedo afirmar que de no haber sobrevenido esta situación el mundo ahora sería mejor. Tampoco soy partidaria de pedir perdón por lo que otros hicieron en el pasado, no me siento concernida ni familiar ni culturalmente. Pero si me siento, debemos de sentirnos todos absolutamente implicados en reparar tanto mal y en mejorar el presente y el futuro de los que ya están  aquí, las jóvenes generaciones de tantos países que se sienten extraños y ajenos a otras culturas y formas de vida, y reaccionan de la forma habitual, con miedo y violencia, con la exclusión del otro, del extranjero, sin reconocer en ellos a nuestro propio yo. Se les roba la cultura y con ello la posibilidad de criterio que supone libertad y poder de decisión
Si  los gobiernos no pueden, no saben, no lo intentan , la sociedad civil, que con su voto delega  estas responsabilidades, y les paga por ello, esta en la obligación, en el deber moral de implicarse personalmente en este proceso. Es así o, sencillamente, no será.

Ya no valen reuniones hueras donde se gasta el dinero y se cubre el expediente, hasta que llega el siguiente y cambia puntos y comas y vuelta a empezar. Ya no hay tiempo, la vergonzante actitud de Europa hacia lo que ocurre a diario en Oriente Medio es repulsiva y cobarde ¿Cuántos muros se construirán todavía hasta que por FIN los derribemos todos?
En 1982, llamados por Ricard Pérez Casado, Alcalde de Valencia, se inició un proceso que tiene ya larga singladura, 25 años, pero no mucha efectividad. Estuve allí, me cupo el honor de compartir con representantes de todo el mundo mediterráneo un encuentro, el I de Escritores del Mediterráneo, que demostró palpablemente nuestra proximidad cultural y afectiva. Después lo ampliamos, ya hablamos de la Cultura Mediterránea. Cuando Ricard dejó la Alcaldía de Valencia, el diálogo quedó interrumpido. Años más tarde, el Presidente Pujol retomó la idea y la convirtió en un proceso socio-político, el IEMED, Ricard llegó a ser su presidente en esta última etapa. Pero el proyecto  ha estado muy condicionado por los vaivenes de la relación del Gobierno Central con la Generalitat. Ahora Francia propone otra vuelta de tuerca…e la nave va.
Algunos seguimos a título personal con esta idea, la del diálogo y la aproximación de nuestra común cultura, porque esta es una de las paradojas de este proyecto , somos los mismos, siempre lo fuimos, pero ese fascismo, sutil y encubierto que recorre Occidente, se aplica a fondo en difuminar, omitir o, directamente, mentir. El mensaje cala.
Una ONU reestructurada y fortalecida podría ser de gran ayuda. Habría mucho que decir sobre este organismo, empezando por los derechos a veto, pero su mejora es lo más próximo que tenemos a la posibilidad de un futuro en paz.
El proyecto que pusimos en marcha en Abril del año 2007, aunque se redactó en el 2005, es un intento más de hacer prevalecer nuestras afinidades, tantas son. Que mejor excusa que El Quijote, Cervantes, que se adelantó en tantas cosas hace ya cuatrocientos años. Que mejor bandera que ese insuperable monólogo en que D.Quijote explica a Sancho lo que es la libertad para el ser humano.
Nuestro proyecto es colectivo,  participativo, modesto y ambicioso, un poco quijotesco, pero en este caso lo vamos a conseguir, por muchas razones, solidaridad, convicción y necesidad, la que nace de dar un futuro mejor a nuestros hijos, justo y en paz.
Teresa Angulo
Especialista en Ciencia Política
Proyecto El Reflejo  



                                              

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